Acusados
de brujería y de provocar la ruina de su familia, son abandonados y despreciados
por sus propios padres, que lo único que desean es librarse de
ellos de cualquier modo. Estos niños raramente alcanzan la edad adulta.
Una vez
más, la pobreza y la ignorancia se dan la mano para llenar de sufrimiento la
vida de miles de niños, que son acusados de todas las desgracias que sufren sus
familiares. Olvidados y maltratados, estos menores acaban sus días consumiendo
alcohol o drogas, y en el caso de las niñas prostituyéndose desde edades muy
tempranas, en ocasiones sin haber cumplido los diez años.
Acusaciones asombrosas
Se
afirma que estos menores se transforman en brujos cuando alguien cercano,
generalmente una mujer bruja, les da comida hechizada que los transforma para
siempre en seres malignos. A partir de ese momento pueden hacerse invisibles
para así beber la sangre de sus víctimas, y se dice que las niñas atraen a los
hombres para tener relaciones sexuales con ellos y a continuación cortarles los
genitales.
Las consecuencias de ser un niño brujo
Estos
niños y niñas viven vagabundeando por las calles, olvidados por todos. En
muchas ocasiones consumen alcohol o drogas para poder soportar sus condiciones
de vida. Son quemados vivos, torturados, y algunos de tanto escuchar que tienen
el demonio dentro, se lo acaban creyendo.
Existen
sectas que practican sus exorcismos con ellos, tratando de arrancarles el mal
que llevan en su interior, aunque su único mal sea el haber nacido en el lugar
equivocado.
Vagan
por las calles recibiendo el desprecio, y a veces también los golpes, de todo
aquel que se cruza con ellos. Roban, realizan trabajos impropios de su edad, se
prostituyen, piden limosna, trafican con drogas y alcohol y además sufren los
abusos de las fuerzas del orden, que en teoría los debería defender.
A estos niños brujos se
les encuentra especialmente en países como Liberia, Sudáfrica, República
Democrática del Congo, Benín, Angola, Camerún y Nigeria.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
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