Se dice
de Congo que es el peor lugar del mundo para nacer mujer. Las violaciones
son diarias, con la intención de
provocar el terror y la huida de las personas de sus casas y tierras, que a
partir de ese momento quedan en manos de sus verdugos.
La
República Democrática del Congo está situada en África Central y cuenta con una
población de alrededor de 67 millones de habitantes. Su capital es Kinshasa,
que es la ciudad más poblada del país. Se habla el francés y su moneda es el
franco congoleño. La mayoría de la población es católica, con minorías
protestantes y musulmanas.
En este
país africano las violaciones, secuestros, torturas, asesinatos y mutilaciones
son algo continuo y fomentado por los militares. Los derechos humanos se
vulneran permanentemente.
Ser mujer en el Congo
Las
mujeres que son violadas en Congo y contraen una enfermedad derivada de esa
violencia, no reciben atención sanitaria. Además, la ignorancia imperante en el
país provoca que el marido y el entorno las rechace, lo que las obliga a
marcharse de su casa con sus hijos y
vivir en situaciones inhumanas. No suelen denunciar a los agresores por
miedo, pero además la justicia tampoco las ampara. En ocasiones los milicianos
convierten a mujeres y niñas en esclavas sexuales.
En los
conflictos armados las mujeres padecen todo tipo de violencia: asesinatos,
torturas, violaciones, esclavitud sexual, prostitución y matrimonios forzados.
La
ablación o mutilación genital también está muy extendida en Congo, lo que
supone otra violación de los derechos humanos, aunque se defiende como una
tradición que propicia que las mujeres lleguen "puras" al matrimonio.
Amnistía Internacional
afirma que la República Democrática del Congo es “la capital mundial de la
violencia sexual”, ya que las violaciones sistemáticas a mujeres y niñas se
utilizan como arma de guerra. Estos deleznables actos ya han ocurrido en otros
conflictos armados, como la guerra de la antigua Yugoslavia (1991-1995), en la
que perdieron la vida alrededor de 130 mil personas y donde se cometieron los
hechos más atroces. Asimismo, la ONU demostró una vez más su poca eficacia para
mediar en los conflictos y promover la paz.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
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