jueves, 9 de mayo de 2019

Farmacéuticas, jugando con la salud

Las compañías farmacéuticas se han convertido desde hace unas décadas en un negocio donde lo único importante es ganar cuanto más dinero mejor, a costa de la salud y la vida de las personas. Esto es ya un secreto a voces, porque el descaro con el que actúan lo hace cada día más evidente. Mientras tienen la patente de un medicamento, pueden adjudicarle el precio que deseen, sin ningún tipo de control, aunque haya sido investigado en gran parte con dinero público.

Las estrategias son múltiples: la subida indecente de los precios de determinados medicamentos, la manipulación de datos, la presión a los gobiernos, la no investigación de fármacos que se sabe que pueden curar dolencias, porque se opta por investigar otros que no las curan, pero sí las cronifican. Tampoco se investiga para curar enfermedades que afectan a países en desarrollo, porque no es rentable. Todas son tácticas que utilizan las multinacionales farmacéuticas para ganar dinero, algo que se ha convertido en su único fin.


La subida indecente del precio de los medicamentos


En febrero de 2015 Valeant Pharmaceuticals compra los derechos de dos fármacos para tratar enfermedades cardiacas, Nitropress e Isuprel, y aumenta su precio un 212% y un 525% respectivamente.

En el verano de ese mismo año, la compañía Turing Pharmaceuticals, dueña de los derechos comerciales del Daraprim (Pirimetamina), que se utiliza para tratar a personas con el sistema inmune muy deprimido, en enfermedades como el VIH, la malaria y la toxoplasmosis principalmente, aumentó el precio de la caja de Daraprim de 13´50 a 750 dólares. La subida del precio fue tan exagerada, que hasta la propia Hillary Clinton se unió a la ola de críticas que surgió de inmediato.

Las inyecciones de epinefrina, EpiPen, utilizadas para casos especialmente graves de reacciones alérgicas y que pertenecen a la farmacéutica Mylan, han multiplicado su precio por cinco en solo nueve años, hasta rondar los 600 dólares cada pack de inyecciones.



Medicamentos y negocio


La farmacéutica Gilead Sciences ha rizado el rizo adjudicándole a solo una pastilla del fármaco Harvoni, para la hepatitis C, el indecente precio de 1350 dólares.

La Doxiciclina, un antibiótico indicado para tratar la neumonía y la malaria, entre otras enfermedades, pasó de valer 20 dólares a 1849, en la primavera del año 2014.

Otro caso es el de la nitrofurantoína, un antibiótico para las infecciones de orina, calificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como esencial, que el pasado año 2018 pasó de costar 475 dólares a 2400.

Tampoco los medicamentos para el cáncer, la leucemia o la esclerosis múltiple se salvan de esta salvaje y arbitraria manera de poner precio a la salud y a la vida de las personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los últimos diez años, los precios de los medicamentos oncológicos se han duplicado.

Las farmacéuticas es una de las industrias que más dinero gana, junto con la venta de armas, las drogas ilegales y el sexo.


La investigación de un nuevo fármaco


La industria farmacéutica se defiende de los ataques que recibe sobre los precios de los medicamentos, afirmando que la investigación es extraordinariamente costosa y que, por lo tanto, es lógico que quieran recuperar el dinero invertido y tener un beneficio. Sin embargo, también en esto la realidad es bien diferente.

La investigación de un nuevo medicamente no recae sobre la empresa privada, sino que más del 80% se lleva a cabo en universidades y hospitales públicos, con el dinero de todos. Y solo poco más del 10% de ese gasto va a estar sufragado por la farmacéutica, que más tarde se queda con la patente y con todas las ganancias.



Investigación médica


Es decir, que el medicamento se investiga con dinero de todos y luego cuando lo necesitamos tenemos que pagar otra vez y además cantidades que en ocasiones no están ni al alcance de nuestros bolsillos, ni siquiera de la Sanidad Pública de los países.

Asimismo, también es una falacia la cantidad que afirma la industria que cuesta investigar un nuevo fármaco. Un artículo publicado en el año 2012 en la revista médica inglesa British Medical Journal, descubre que la investigación de un nuevo fármaco tiene un coste medio de 60 millones de dólares, frente a los 1300 millones que asegura la industria.


Medicamentos nuevos solo por el nombre


Otra trampa de las farmacéuticas es sacar al mercado fármacos que se dicen nuevos, pero que en realidad no lo son o lo son solo en una pequeñísima parte, que no afecta a la calidad y al efecto del medicamento. Eso sí, el precio se multiplica. Y lo terrible es que los organismos que deberían evitar que estos hechos sucediesen y velar por los intereses de todos los ciudadanos, están financiados en gran medida por la industria farmacéutica, como la Agencia Europea de Evaluación de Medicamentos, financiada en un 80% por estas multinacionales y la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de Estados Unidos, en un 75%.

La ingente cantidad de dinero que mueven estas corporaciones, hace posible también que puedan influir cada día más en los políticos y se aprueben leyes que les benefician, lo que provoca que salgan a la venta medicamentos cuya seguridad y efectividad no ha sido debidamente comprobada. Precisamente hace pocos días saltaba la alarma por un fármaco para tratar la osteoporosis, de la farmacéutica Amgen, llamado Denosumab, con importantes efectos secundarios.



Fármacos y negocio


Por supuesto, existen muchos otros casos similares. En la primavera del año 2012, un juzgado de Arkansas (EEUU) sancionaba a la farmacéutica Johnson&Johnson con una multa de más de mil millones de dólares por silenciar los efectos secundarios del fármaco Risperdal, utilizado para tratar el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el autismo y los desórdenes del comportamiento en ancianos con la  enfermedad de Alzhéimer. Los efectos secundarios eran el desarrollo de diabetes tipo 2 y el aumento de peso. Sin embargo, en las personas de más edad esos efectos eran más graves, relacionándose con una mayor probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular.

Este ocultamiento de información por parte de las farmacéuticas, provoca que las revistas médicas más prestigiosas acaben revisando o retirando el 50% de sus artículos, por información sesgada, incompleta o incierta.


La atención sanitaria es la tercera causa de muerte en Estados Unidos


Y según expertos, este dato es extrapolable al resto del mundo. Errores en el diagnóstico, efectos indeseados de los medicamentos y otras complicaciones sanitarias. Es lo que se conoce como iatrogenia.

La industria farmacéutica es poco transparente y la información que ofrece suele estar manipulada en base a sus propios intereses y a lo que quieren que se sepa. Los efecto positivos de los fármacos en muchas ocasiones se aumentan y los perjudiciales se omiten o se minimizan.



Efectos secundarios de los medicamentos


Pero no siempre ha sido así, en décadas anteriores existía una ética profesional, pues entendían que la industria de la salud no puede funcionar como cualquier otra, buscando tan solo los intereses comerciales. Es alrededor de 1990 cuando varias de estas industrias se fusionan, monopolizando el mercado solo unas pocas, invirtiendo en Bolsa y buscando ya tan solo el puro interés crematístico.

Y después de todo lo dicho, aclarar que la intención de este artículo no es demonizar los medicamentos en absoluto, utilizados con sentido común y en su justa medida son necesarios y salvan millones de vidas. Pero es innegable que existe un oscuro negocio alrededor de la enfermedad, un negocio que juega con nuestra salud y nuestras vidas. Es indiscutible también que vivimos en una sociedad cada vez más medicalizada y eso es precisamente lo que se busca. Como dice el Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts: “Si solo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por los seres humanos”.

Beatriz Moragues - Derechos Reservados




Referencias

Blech, J. Medicina enferma. Destino.
Jara, M. Traficantes de salud. Icaria.
ABC.es. Multa de mil millones a una farmacéutica por ocultar efectos del Risperdal.

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