domingo, 5 de junio de 2016

Crímenes de honor

El crimen de honor es el asesinato de una mujer  o una niña por parte de sus familiares, usualmente hombres, que es planificado para “salvar el honor” de la familia. Nada tiene que ver con el crimen pasional o con cualquier otro tipo de asesinato, pues en este caso todo se planifica con absoluta sangre fría, en una especie de consejo familiar, y buscando unos fines determinados.


No hay honor en asesinar

Estas actitudes hunden su raíz en lo mismo que cualquier tipo de violencia contra la mujer, en la discriminación, la desigualdad y la creencia de que el cuerpo y la vida de las mujeres pertenecen casi a todo el mundo menos a ellas mismas.




La realidad de los crímenes de honor


  • En multitud de países, estos crímenes de honor no están penados o si existen leyes que los castiguen, apenas se aplican, como es el caso de Jordania.
  • Según la ONU, aproximadamente 5000 niñas y mujeres son asesinadas anualmente a manos de sus familiares. Pero distintas ONG apuntan a la escandalosa cifra de 20.000.
  • Generalmente el tema sexual está involucrado en estos asesinatos. Adolescentes que se enamoran de hombres “inadecuados”, mujeres que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio e incluso en una violación, la mujer acaba siendo culpable y condenada a muerte por el clan familiar.
  • El asesinato lo perpetra generalmente el padre, un sobrino o un hermano. Y la demencia llega a tal extremo, que en ocasiones es la propia madre de la chica la que intenta convencerla para que se suicide y salve así el honor familiar.
  • Aunque se da en menor medida, también puede ocurrir que la asesinada sea la propia madre, cuando después de quedar viuda decide rehacer su vida sentimental con otro hombre. El hijo, convertido en cuidador del honor familiar con la desaparición del padre, decide la muerte de su madre.
  • También puede ocurrir que el padre viole reiteradamente a la hija, y cuando queda embarazada la asesine para limpiar el honor familiar.

Matar sin ninguna prueba


Para asesinar a estas mujeres no es necesaria ninguna prueba, simplemente con que la familia tenga sospechas o existan rumores de su “mal comportamiento", se puede decidir su muerte. Las maneras para poner fin a su vida son variadas: quemarla viva, estrangularla, dispararle, apuñalarla, lapidarla, rociarla con ácido o degollarla.

Y al final del camino, como ya se comenta en otro punto de este artículo, está lo mismo de siempre. La necesidad del hombre de no perder su poder sobre la mujer, de que siga bajo su yugo, esclavizada por absurdas tradiciones que la mantengan sumisa y asustada.

Beatriz Moragues - Derechos Reservados


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