viernes, 3 de octubre de 2025

El precio de la comodidad: comer y respirar plástico

Cada día, sin notarlo, ingerimos y respiramos diminutas partículas de plástico que se ocultan en el agua, los alimentos y el aire. Estos microplásticos y nanoplásticos, no solo contaminan el entorno, sino que también se filtran en nuestro organismo, con efectos adversos para nuestra salud.

Vivimos rodeados de compuestos químicos derivados del petróleo, presentes en productos tan cotidianos como detergentes, cosméticos, medicamentos o textiles. Pero entre todos ellos, los plásticos destacan por su omnipresencia y por el alto riesgo que representan para la salud.

Esta exposición se ha intensificado porque materiales tradicionales, como la madera, el vidrio o el metal, han sido reemplazados por plásticos, considerados más prácticos, higiénicos y cómodos. Como resultado, tenemos que toda la población europea, sin distinción de edad, está en contacto diario con estas sustancias plásticas. Su presencia puede detectarse en la orina, la placenta, la leche materna e incluso en tejidos corporales.

Ilustración cuadrada de una bolsa de plástico transparente que contiene dos siluetas humanas —un adulto y un niño— llenas de puntos de colores que representan microplásticos. Dentro de la bolsa también hay un pez, unos cubiertos, una rebanada de pan y unos pulmones estilizados, todos en tonos azul oscuro. El fondo es turquesa claro con textura, y hay partículas flotando dentro y fuera de la bolsa, simbolizando la presencia invisible del plástico en el aire, el agua y los alimentos.

El destino del plástico suele ser problemático, su reciclaje es limitado y con frecuencia termina contaminando el entorno natural. El plástico, como polímero sintético, incorpora numeroso aditivos: para darle color, aumentar su resistencia o evitar su degradación por la luz solar. En envases de uso cotidiano, como las botellas de agua, estos compuestos pueden migrar al líquido que contienen y que acabamos consumiendo.

Gran parte de la ropa que usamos está hecha de materiales sintéticos derivados del petróleo, como el poliéster y el nylon. Aunque la piel apenas absorbe sus componentes, el problema surge en el momento del lavado.

Cada vez que ponemos estas prendas en la lavadora, se liberan microfibras plásticas que se desprenden por el desgaste. Estas diminutas partículas terminan en las aguas, alcanzan ríos y mares, y contribuyen a la contaminación ambiental de forma silenciosa pero constante.


Plásticos en la naturaleza y en nosotros


Cada año se producen en el mundo más de 400 millones de toneladas de plástico, y aproximadamente la mitad son envases de un solo uso. Sin embargo, solo alrededor del 10% se recicla de manera efectiva. El resto se acumula en vertederos, se quema o termina en países más pobres. 

Millones de toneladas acaban en río y mares, donde se fragmentan lentamente y se integran en la cadena alimentaria, afectando tanto al medio ambiente como a nuestra salud.

La contaminación por plásticos tiene un impacto directo en la vida marina, miles de especies enfrentan riesgos constantes al ingerir fragmentos plásticos o quedar atrapadas entre bolsas o residuos flotantes. Esta amenaza silenciosa altera ecosistemas enteros y pone en peligro la biodiversidad de mares y océanos.

Escena submarina realista que muestra la contaminación por plásticos en la vida marina. En el centro, una tortuga nada cerca de una bolsa transparente que flota, confundible con una medusa. A su alrededor, peces plateados atraviesan partículas suspendidas de microplásticos. Una botella de plástico, un tenedor blanco y varias bolsas flotan en distintas direcciones. El fondo marino revela corales oscuros parcialmente cubiertos por residuos. La luz solar penetra desde la superficie, creando contrastes entre la belleza natural y la presencia invasiva del plástico.

La contaminación por plásticos no solo daña el medio ambiente, también tiene profundas implicaciones sociales y económicas. Afecta directamente a sectores clave como la pesca, el turismo y la salud pública.

La permanencia del plástico en el medio ambiente es alarmante, ya que puede tardar cientos de años en degradarse. Entre los más problemáticos están los plásticos de un solo uso, diseñados para nuestra comodidad y que cumplen funciones muy breves antes de ser descartados. Estamos hablando de las bolsas, las botellas, las pajitas, los cubiertos, los envases...

Reciclar de manera efectiva es importante, pero no es suficiente. Necesitamos repensar los materiales que usamos y transformar nuestros hábitos de consumo.

Beatriz Moragues - Derechos Reservados


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