El deseo de tener descendencia es muy legítimo. Pero los deseos no siempre se pueden cumplir y, en ocasiones, no saber asumir eso puede llevar a traspasar líneas rojas que nunca se deberían pisar. Ser madre o padre es un deseo, no un derecho, y no debería llevarse a cabo a costa de pisar los derechos de otras personas.